Tamborileo sobre mis muslos y le hablo al mundo.
Casi a mis pies el Río Negro dibuja silenciosos remolinos.
Esta noche hay tantos grillos como estrellas.
Me llega un e-mail. Un amigo desde Tokio.
Están bajo cero y un atentado en un metro
dejó un saldo de más de cien muertos.
Dejo de tamborilear.
Cierro la laptop.
Agarro unas piedras y me pongo a hacer sapitos.