y en los escalones de la iglesia,
los mendigos mendigaban.
Él abrió la billetera y a diestra y siniestra limosneaba.
Cuando la misa terminó,
salió y compró diez litros de nafta.
Entonces regresó a la casa de Dios.
Dicen los testigos que los mendigos chillaban.
Y que él encendió un cigarro
en el fuego de una espalda.

1 comentario:
genial, duro y tuyo.
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