domingo, 30 de noviembre de 2008

LIMOSNA

Ese domingo Montevideo transpiraba,
y en los escalones de la iglesia,
los mendigos mendigaban.
Él abrió la billetera y a diestra y siniestra limosneaba.
Cuando la misa terminó,
salió y compró diez litros de nafta.
Entonces regresó a la casa de Dios.
Dicen los testigos que los mendigos chillaban.
Y que él encendió un cigarro
en el fuego de una espalda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

genial, duro y tuyo.